Un pliege en el verso

Desde que tengo memoria, las películas han sido un pilar fundamental en mi vida y han marcado cada una de las diferentes las etapas de esta. Siempre han estado presentes, haciéndome pensar y reflexionar, son parte de lo que soy actualmente.

Cuando era pequeña, siempre estaba acompañada de mi hermano mayor. A donde iba a él, yo quería ir. Sin embargo, la mayoría de las cosas que a él le gustaban, yo las odiaba. Comenzó sucediendo con el futbol: a él le encantaba, era como Oliver mientras que yo era todo lo contrario a Benji. Yo prefería el baloncesto y bailar, siendo como Troy. Esta dinámica siguió avanzando, sucedía con las películas e incluso con los videojuegos, pero siempre encontrábamos maneras de unirnos, como Mario y Luigi. 

Desde pequeños fuimos dos,

grandes y poderosos dioses,

quizás diferentes a Tulio y Miguel,

pero al final de él, nunca me alejé.

A medida que pasaban los años, más diferentes éramos, pero incluso Axel se entendía con Shawn, como si el fuego pudiera entenderse con el hielo. Muchas veces, eso no sucedía, especialmente cuando éramos más pequeños y las Navidades solían ser momentos de peleas, Sin embargo, en medio de todo ese caos, los inventos de Doraemon tenían el poder de hacer reír, y en nuestro caso eran nuestros padres.

 Cuando el Polar Express llegaba,  

todo era pura carcajada,

 pero el problema se planteaba

  porque todo lo que yo odiaba

 a él siempre le encantaba.

Supongo que a medida que uno crece, más aprendes, y por mi parte pienso que aprendemos por lo que observamos, y en ello entran las películas. Cuando llegué a la adolescencia, se convirtieron en un refugio, un lugar seguro dentro de todo el caos y ruido que me rodeaba. Los domingos de películas de Marvel con mis padres, los miércoles de series con mi hermano; esos momentos fueron los que marcaron mi adolescencia.

Cuando seguí creciendo,

 mi suerte no iba en aumento.

 me sentía en el peor de los viajes

como si de Chijiro se tratase.

Después de una adolescencia donde toda obra audiovisual que veía me hacía sentir representada de alguna manera, y tras refugiarme en los libros, llegó el temido bachillerato. En aquel entonces, no sabía ni qué quería hacer; me sentía  como si estuviera encerrada en el mayor videojuego posible, al igual que Kirito, sin  tener claridad sobre cuál era mi misión. Al principio, destacaba tanto en matemáticas que pensaba que eran mi verdadero amor, como en economía, pero era algo que no me veía a largo plazo. Fue entonces, en medio de aquella desesperación, cuando vi Golden Time, aquel anime en el que una de las protagonistas llevaba su cámara en mano, y yo solo podía pensar en lo mucho que deseaba ser así. Tras numerosas situaciones diferentes, lo encontré: aquello en lo que de verdad quería esforzarme. Sin embargo, siempre había sido demasiado perfeccionista y no podía evitar sentir que mi esfuerzo nunca era suficiente.
Cuando me di cuenta ,

quería ser de los grandes,

y como Deku tenía que esforzarme
,
y así no ser como la de antes.

Aquella ansiedad creada por bachillerato y el perfeccionismo que perseguía acabó por ahogarme en un mar de preocupaciones, y cada vez me ahogaban más: los profesores que esperaban de mí, mis amigos que se alejaban por no querer apoyarme... En cada momento, me sentía más perdida, como cuando a la banda del patio la castigaban sin el recreo, pero a mí nadie me ayudaba a escapar.

Aunque Cinco fuera independiente,

También necesitaba de su gente,

 Aunque Siete no se entendiese,

Siempre había alguien que estuviese.

Cuando me di cuenta, mi vida estaba a punto de cambiar, dado que al bachillerato le quedaban meses. Noté el vacío de no tener tiempo ni siquiera para ver una serie, ya que lo que había sido mi gran apoyo durante tantos años ya no estaba. Realmente no sabía que tendría un Re: Zero tan impactante cuando llegara esa primavera, como si acabará un arco de relleno y comenzase uno de desarrollo.

                          Si Luke jamás hubiera aparecido,

                          Kate jamás se hubiera conocido,

                          Cuando de amistad se trata,

                          El amor aparece en tu espalda.   

Y después de tantas etapas, tantos momentos, a veces toca dejar marchar, aunque a veces quiera ser como Ted Mosby y detener el avance del mundo, aunque a veces sea como Robin y no acepte lo que siento, aunque a veces sea como Luz y no quiera soltar. Al final, con todo este tiempo, he aprendido que la vida es como una serie, donde todo son temporadas con arcos diferentes, pero al final todo acaba solucionándose siempre.

 Incluso el mayor infierno,

Puede ser como el cielo,

Si estas en el hotel perfecto,

Si el pecador está dispuesto… 



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